23 noviembre 2013

Claves de interpretación: Kawabata Yasunari - Kioto - relacionado con Natsume Soseki - Michikusa -

El ejemplar que tengo de esta novela, fue publicado en 1970

Editorial: Editorial G.P., sl
Distribuido por: Plaza & Janés
Traducido: Ana María de la Fuente
pág. 319

En este ejemplar comprende 2 títulos: Kioto y La danzarina de Izu

Me gustaría comparar la novela Kioto de Kawabata Yasunari con la novela de Natsume Soseki Las hierbas del camino.

En la novela de Las hierbas del camino publicada en 1915 por entregas, y escrita en tercera persona, donde el protagonista un profesor y escritor (Kenzo) -alter ego de Soseki- adoptado temporalmente por Shimada y que luego regresó a casa de sus padres biológicos.
"Shimada, por su parte, deseaba que la situación le fuese favorable. Se contentaba con no hacer nada, siempre y cuando la situación le conviniera. No lo iban a dejar morir de hambre. Ya se había asegurado de ello. Kenzo no tenía hogar. Ni en el mar ni en las montañas. Era una criatura errante que no pertenecía a ninguna parte. A veces encontraba su sustento en el agua, a veces en la tierra." (pàg.219) Las hierbas del camino de Natsume Soseki editado por Satori Editores, sl col. Grandes Maestros de la Literatura, núm. 7 traducido por  Kayoko Takagi., mayo, 2012 [1]
"Kenzo representaba un riesgo para su padre [biológico]. ¿Para qué gastar dinero en el chaval si Shimada podía volver en cualquier momento y llevárselo otra vez? Había decidido alimentarlo si eso era lo que tenía que hacer, pero dejaría que Shimada se encargase del resto. Al fin y al cabo, era asunto suyo." (pàg.244) op.cit.[1]

En la novela Kioto, publicada en 1962, y escrita en tercera persona también, la protagonista es femenina se trata de una joven ( Chieko ) fue adoptada por sus padres ( Sata y Shige , padre y madre respectivamente), que la acogen y la cuidan como hija única dándole mucho cariño, e informándola que era expósita.

Hay que tener en cuenta que Soseki fue adoptado, y Kawabata quedó huérfano (todos los miembros de su familia habían muerto) cuando él tenía solo 15 años. Por lo que, concluimos que ambas, son novelas de claros tintes autobiográficos.

En ambas novelas hay unas escenas en las que se habla de la religión y aunque ninguno de ambos autores acaba de "creer" en la religión, a pesar de haber hecho un intento de acercamiento a ellas.

Las escenas en las que se habla de la filosofía religiosa se simboliza con la "luz" un candil de interior (Las hierbas del camino) y un farol de piedra de jardín en el caso de Kioto.
"Kenzo lo [a Shimada] observaba cada vez con mayor lástima. Seguía [Shimada] concentrado en la llama del candil y en su ansia por investigar la causa de su mal funcionamiento, casi pegaba con sus ojos hundidos en el cristal esmerilado. Para Kenzo ese era el resultado de su vida. Se sorprendió por lo absurda que había sido. Se preguntó cómo envejecería él. Siempre le había disgustado la idea de Dios, pero en ese momento había una pregunta que le pregunta que le rondaba la cabeza "Si un dios contempla mi vida, ¿pensará que no es muy distinta a la de este anciano?" "(pàg. 241) op.cit.[1]

En Kioto, la luz del jardín de Kawabata retoma la simbología del maestro Soseki y la dota de elemento de yuxtaposición de recipiente de la religión:
"Muy cerca de las raíces del árbol, se levantaba, casi hasta la altura de las violetas, un viejo farol de piedra. Su padre le dijo un día que en el pie del farol estaba esculpida una imagen de Cristo.
- ¿No será la Madre de Dios? -Preguntó Chieko-. Cerca de la capilla Tenjin de Kitano, vi una gran imagen de María que se parecía a ésa.
- Tiene que ser Cristo -dijo el padre, tajante-. No lleva al Niño en sus brazos.
- Ah, claro -asintió Chieko. Y después preguntó-: ¿Hubo cristianos entre nuestros antepasados?
- No, eso no. El farol debió de ponerlo ahí algún jardinero o picapedrero. No es nada extraordinario.
Seguramente, aquel farol procedía de los tiempos en los que el cristianismo estaba prohibido. La piedra era áspera y quebradiza, y la lluvia y el viento habían borrado el perfil del relieve, en el que apenas se distinguía ya el contorno de la cabeza, el tronco y los pies; pero seguramente ya en un principio fue un bajo relieve. Las anchas mangas le llegaban hasta el borde de la túnica. Las manos parecían estar juntas, y el pecho, henchido, pero ya era imposible distinguir su forma. De todos modos, aquella tosca figura tenía un aspecto muy distinto al de las pétreas imágenes de Buda o Jizo.
Pero el farol cristiano estaba en el jardín de la tienda, muy cerca del arce, porque era un antiguo y artístico, no como símbolo de fe. Aunque si algún cliente le llamaba la atención, el padre le decía: "¡ Es una imagen de Cristo!" De todos modos, aquel farol, apagado rara vez despertaba la curiosidad, ya que en todos los jardines acostrumbra haber uno o dos faroles." pág. 11 Kioto de Kawabata Yasunari, editorial G.P., s.l. col. Reno núm.350.[2]

No nos debe extrañar esta simbología de luz y religión. Recordemos que en el Budismo la palabra clave es "Satori" iluminación. Y ambos autores usan este objeto para ilustrar ese sustrato  religioso, y Kawabata lo yuxtapone con el mito de la caverna - y la leyenda china de los anacoretas "Universo en una olla".
"En la estrecha y oscura olla nacían, cantaban, ponían sus huevos y morían. Pero así se conservaba la especie. Tal vez eso fuera mejor que la limitada vida de una sola generación en una jaula abierta. ¡Pero pasar la vida en una olla! ¡Su universo, una olla!
Chieko sabía que el universo en una olla era una leyenda de los anacoretas de la vieja China. En esa olla había palacios, provistos de deliciosos vinos y manjares, un país de ensueños, alejado de este mundo terrenal.
Pero seguramente si los grillos se quedaban en la olla no era porque temieran al mundo temporal: quizá ni supieran que vivían en una olla. Pero así viven, y seguirán viviendo." pág.13 op.cit.[2]

ver las claves de interpretación de Las hierbas del camino --> click aquí.


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